Tú tienes la posibilidad de elegir entre una vida llena de sufrimiento y una de abundante alegría. Así como lees, por más difícil de creer que parezca la mayoría de las personas felices lo son por elección más que por consecuencia.
Sabemos que nos podemos controlarlo todo, que hay cosas que escapan de nuestros designios, sin embargo es cierto que podemos tomar las riendas de nuestra vida y transformar las perspectivas en proyección positiva.
Si continuamente usamos un látigo contra nuestras emociones y tenemos un constante acto de autoflagelación por aquellas situaciones que no salen como esperábamos, se produce en nuestras emociones un estado de confusión. Bajo este estado la felicidad no es una posibilidad, por el contrario la negatividad y el pesimismo atrae la energía similar y prontamente te verás inmenso en un mar de angustia y desesperanza, recházalo, no es parte de ti.
Si por el contrario imprimes en tu día una mirada optimista, alentadora, aceptas que hay situaciones que no necesariamente deberán suceder tal como lo planifica y que de esos cambios se trata la vida, es muy probable que sientas mayor confianza en tus capacidades y mucha más voluntad de transformarte, de cambiar aquello que te incomoda.
Con la voluntad de cambio el emprendimiento, la auto motivación, está comprobado por estudios psicológicos del siglo XX que aquellas personas que toman la determinación de mirar con optimismo y positividad las diversas situaciones por las que atraviesan, logran enfrenar mucho mejor los cambios bruscos y adaptarse de manera más amigable a las nuevas circunstancias.
Mucho de los que ves afuera está también dentro de tí y si deseamos transformar algo que del exterior no nos agrada debemos trabajar en el interior. ¿Por qué perder tiempo entre el disgusto y la rabia?, la vida es un tránsito pasajero que podemos decidir aprovechar o dejar que pase en vano.
Aprovecha cada momento, busca crear espacios que te hagan sentir bien, comparte, sonríe, responde con inteligencia emocional volteando la cara de la moneda antes las malas rachas, siempre hay razones para agradecer, para hacer algo que te ponga de buen ánimo.
No basta con querer ser felices para lograrlo, hay que ponerle empeño, construirla con amor, con paciencia, con serenidad, con seguridad de que no sólo es el mejor estado en el que nos podemos encontrarnos sino que es la forma en la que merecemos vivir, felices y en armonía con nosotros que nos rodea, de eso se trata.
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