En este momento pareciera que todos estamos mortificados por tener la razón, queremos a toda costa que nuestras ideas sean las que ganen, como si estuviéramos en una constante competencia,
un correr detrás
¿De qué?,
¿Contra quién ?
y sobre todo ¿para qué?
un correr detrás
¿De qué?,
¿Contra quién ?
y sobre todo ¿para qué?
En nuestra relación con los demás parece más fácil antes de escuchar al otro u a la otra, antes de permitir que del otro lado se expresen ideas, silenciar con imposiciones, controlar y dominar.
Un verdadero líder no es el que grita más fuerte o el que más reprime, un verdadero líder es el que mayor capacidad de empatía desarrolla, el que es capaz de hacer ver su punto de vista sin tener que solapar el del otro, el que ofrece, pero también recibe.
Imponerse es fácil, cualquiera puede hacerlo, el jefe impositivo dice "esto es así porque yo lo digo y punto", sin escuchar opciones, sin dar cabida a que le rebatan o le disientan, ese no es un líder, es un tirano que se cree dueño absoluto de la verdad y que subestima a quienes le rodean. Imponerse te cierra la posibilidad de conocer otras alternativas, otras formas, además de que demuestra un profunda incapacidad de conexión interpersonal.
No siempre tenemos que tener la razón en todo, hay momento en los que debemos desprendernos de la razón para conectarnos con la luz de la observación y la escucha activa, hay momento de aceptar que unos está equivocado. Eso no nos hace débiles, por lo contrario, nos hace fuertes porque nos da la maravilla que permite el aprender y desaprender, nos abre al conocimiento y eso es grandioso.
Claro, hay cosas que no podemos aceptar, como el que un hijo o hija quiera ejercer violencia contra nosotros o contra alguien más, pero es allí donde nuestra mejor opción de la imposición a punta de golpes o gritos es la persuasión.
Cuando persuades convences a quien te escucha de que eso que tu propones es bueno para su vida, de que le servirá, de que obtendrá ganancia, ya no lo hará por obligación o por miedo sino por convicción.
Si la persuasión no es posible entonces llegó el momento de la negociación y en este punto ambas partes deben ceder en algo, ambas partes deben entregar parte del terreno para que la ganancia sea compartida.
El liderazgo es la capacidad que tenemos de aceptar, persuadir o negociar sin tener que recurrir a la coacción, el castigo o la manipulación. Líder no es el que pega más duro sino el que se convierte en una influencia positiva para los demás aprendiendo de quienes le rodean.
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