“No hay que temer nada en la vida, sólo tratar de comprender”.
Marie Curie
Las situaciones inesperadas nos producen sensación de inestabilidad ante lo que desconocemos y no podemos controlar. El cerebro está configurado para actuar en resguardo de nuestra vida, ante una mínima advertencia de peligro nos estimula a buscar refugio, retroceder o nos paraliza para evitar que nos expongamos.
El miedo puede ser un gran aliado si sabemos cómo gestionarlo, utilizando la asociación emocional que te permita canalizarlo, este se convierte en una herramienta potencial para la transformación.
El miedo nos lleva a actuar con cautela, a ser precavidos, a tomar previsiones, a pensar en estrategias. También el temor es la representación de una oportunidad para cambiar algo que no anda bien, para renovarse o para descubrirnos.
Pero cuando el miedo se apodera de nosotros y dejamos que el pánico tome el control, perdemos toda oportunidad de que la transformación suceda, colapsamos, se nubla nuestra mente y quedamos inertes frente a la situación, con todas las de perder.
El pánico no sólo es una emoción paralizante sino que se contagia en cadena y a cada contagio su intensidad se incrementa, haciendo que afloren conductas irracionales y de naturaleza instintiva.
Por eso es muy importante que evaluemos lo que estamos sintiendo en rol de testigo más que de protagonista, buscar percibir cuáles son las reacciones que presentamos: agitación, nervios excesivos o una percepción descontrolada de la realidad.
Una vez que hayas identificado y nombrado debidamente las sensaciones que experimentas, reconoce cuáles son las situaciones o hechos que te producen el malestar, reconoce tus emociones y aceptalas, de ser necesario puedes compartir con alguien más cómo te sientes.
Evita sobreexponerte ante aquello que te causa malestar, mantén una actitud realista de la situación, muchas veces nuestro pensamiento nos tiende trampas sacándonos de la coherencia.
Ten seguridad de que por más duras que sean las circunstancias cuentas con la suficiente fuerza y capacidad para idear estrategias que te permitan superarlas o por lo menos sobrellevarlas de la mejor manera posible.
Genera rutinas que te mantengan ocupado, cada momento de crisis esconde oportunidades es cuestión de mantener el enfoque e impulsarnos hacia él.
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