¿Te has propuesto alcanzar una meta u objetivo y cuando te encaminas hacia él te detienes en el dolor que te produce cada paso que das?,
¿quieres dejar de fumar, pero no dejas de pensar en las ganas de fumarte un cigarrillo?,
¿quisiera culminar tus estudios, pero te ahogas en el sufrimiento de las tareas que te asignan?
Pues entonces estás aplicando una asociación emocional invertida.
El problema radica en que la mayoría de las veces nos enfocamos en el dolor a corto plazo que nos produce algunas decisiones sin percatarnos de la satisfacción y el placer a largo plazo.
Cuando estas frente a la ansiedad del cigarrillo, por ejemplo, piensa en el placer que te proporcionará darle una calada, eso aliviaría el dolor momentáneo, el que experimentas en ese momento, pero al hacerlo y declinar en tu decisión de abandonar el vicio habrás retrocedido, lo cual te proporcionará luego el dolor de no haber logrado lo que te has propuesto.
Nuestra felicidad y el compromiso con nuestras decisiones tiene inherencia con la relación que damos del dolor y el placer.
Existe una fórmula sencilla que lo explica muy bien, no todo lo que me gusta me conviene y no todo lo que me conviene me gusta, es decir si algo te proporciona placer al instante es posible que debas pagar con intereses en el futuro, recuerda que no siempre el camino más fácil es el más provechoso.
Cuando sientas ganas de desistir en tu compromiso cambia tu asociación del dolor y el placer, piensa en vez de en el dolor momentáneo que te produce, enfócate en tu idea y pensamiento en las emociones positivas que sentirás al alcanzarlo.
Así no buscarás evadir el dolor, sino que tus esfuerzos irán hacia el placer de la perspectiva de realidad que te produce alcanzar tus objetivos.
Debemos asegurarnos de vivir situaciones de real aprovechamiento y dirigirnos paso a paso hacia las acciones que construyan caminos sólidos hacia el futuro.
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