Muchas personas nos han escrito comentando que tienen dificultad para hacer que sus parejas se involucren en las tareas domésticas y que esto les hace sentir cansancio, esta situación es muy común, sobre todo en una sociedad como la nuestra, latinoamericana, donde el machismo hace que estas labores recaigan en los hombros únicamente de las mujeres.
Una pareja es un equipo, depende del trabajo en conjunto y de tener bien claros los acuerdos para regirse. Cuando no se establecen estos pactos desde el principio, la balanza se desequilibra y el amor tiende a desgastarse, allí es donde vienen los conflictos.
En muchos de los casos una de las razones para que una de las dos personas sea la que lleve mayor peso en las tareas del hogar es el que esta puede que no trabaje en la calle o gane menos. He escuchado también a algunos hombres decir que llegan cansados a casa y por eso no desean hacer tareas.
Ante esto es importante que tengamos en cuenta que las tareas del hogar también son un trabajo, un trabajo que requiere de esfuerzo, por más simple que parezca, mantener todo en orden, hacer la limpieza, pensar en que se va a cocinar, cuidar de la familia, son actividades que generan agotamiento por lo repetitivas que son y por el tiempo que se invierte en hacerlas.
Aunque una de las dos personas que son parte de la pareja se encargue del sostén económico del hogar, debe reconocer el trabajo doméstico como lo que es, un trabajo y hacerlo ver a su compañero o compañera, valorar su esfuerzo y comprender su agotamiento.
Así como para el trabajo en la calle existen las vacaciones, para el trabajo en casa debe darse también, es importante que podamos tener momentos en los que podamos descansar de estas labores. Si tu pareja trabaja fuera puede usar parte del tiempo libre para contribuir a estas labores. Son labores importantes en las que todos los miembros de la familia deben ser parte, no es una ayuda es una responsabilidad que debe ser compartida.
Podemos llegar a acuerdos, distribuir las tareas en casa de manera rotativas, intercalada, es la mejor manera, ya que, si cada uno asume un rol por largo tiempo, por más que te guste al principio puede generar luego hastío.
Por ejemplo, puede que te guste mucho cocinar y que por eso asumas ser tu quien lo haga siempre, al cabo de un rato terminarás cansándote, la rutina agota, y comenzarás a sentir desánimo para hacerlo. Lo mejor es intercambiar tareas, eso además permite que cada persona aporte sus propios métodos para hacerlo, nuevas recetas, otras formas que enriquecen la convivencia y hará a la larga crecer la relación, la hará multifacética.
Si tu pareja se niega a realizar trabajo en casa y deseas que esta situación cambie, opta por conversar con él o ella sobre lo que sientes, pero busca el momento más indicado, preferiblemente cuando ninguna de las dos personas esté molesta, la rabia no es buena conductora.
Trata de expresarte con claridad, tal cual lo sientes, sin juzgar a la otra persona, compártele tu experiencia, lo que haces, cómo lo haces y cómo te sientes, intenta persuadir antes que exigir o imponer. Hazle ver que tu cansancio te limita para hacer otras cosas como crear espacios íntimos, nadie que esté cansado o cansada tendrá suficiente energía para hacer el amor o para compartir una película.
Deja que tu pareja se desenvuelva con autonomía en las tareas domésticas, no le supervises, al principio puede que le cueste, a ti también te costó al inicio, nadie nace aprendido o aprendida, al cabo del tiempo verás que mejora. Si deseas aportar un conocimiento hazlo como sugerencia no como un regaño.
Si a pesar de intentar acordar no es posible hacerlo, puede que el ego está prevaleciendo y sea necesario repensar la relación.
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