Una de las premisas que como equipo de educación emocional sostenemos es que: “somos seres emocionales viviendo una experiencia humana”. Esto no es otra cosa que entender el rol tan importante que juegan nuestras emociones en el devenir de este tránsito cósmico maravilloso que es la vida.
Hoy nos encontramos en una circunstancia inesperada, nadie podía imaginarse que el ajetreo, la velocidad y la convulsión que era nuestra cotidianidad, se detendría de un día para otro obligándonos a cambiar nuestras rutinas habituales.
Acostumbrados a pensar antes que a sentir, hemos dejado de lado nuestras emociones y ellas van vagando por nuestra mente y pensamiento a su libre albedrío. Durante mucho tiempo nos hemos desconectado de nosotros mismos.
La nueva normalidad que impone la pandemia por Covid-19 ha venido sin duda ha cambiarlo todo, incluyendo por supuesto a nosotros mismos. Nos lleva necesariamente a ese rinconcito olvidado de nuestros sentimientos, de nuestras emociones, es un momento valioso para prestar real atención a los pequeños detalles que marcan la diferencia en la vida.
Entre lo que fue ayer y lo que será nuestro nuevo día a día, será muy importante la renovación, concentrarnos en el viaje profundo hacia nuestro corazón. Antes tan preocupados por los horarios, el qué dirán y lo material, perdimos el lazo con lo íntimo, lo emocional y lo espiritual.
Si no podemos conectarnos con nuestro ser, ¿Cómo podemos conectarnos con el ser de los demás? Por esa razón vamos por el mundo como extranjeros de nuestras propias emocionalidades. Miramos, pero no observamos, oímos, pero no escuchamos, tocamos, pero no palpamos.
Apurados en dirección hacia ningún lugar, preocupados en banalidades, obviamos lo maravilloso que es ser parte de una humanidad que debe por sobre todas las cosas vibrar en el servir con amor a quienes nos rodean.
Para recibir hay que dar y para dar hay que abonar ese terreno de las emociones. Nuestras experiencias humanas empiezan en lo que sentimos y luego es que viene la razón, aunque nos han hecho pensar que es un proceso inverso, por eso tanto desequilibrio y desasosiego, porque razonamos desconectados de nuestro ser emocional pensando solo en lo material.
Ha llegado el momento de abrir paso a la nueva vida y esa debe ser una en la que el sentir valga más que el tener, el aceptar valga más que el tolerar, el amor valga más que el acumular.
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