He leído en algunas usuarias de mis redes de apoyo emocional cierta preocupación entorno a la actitud de sus esposos en medio del confinamiento. Ellas perciben que sus compañeros están demostrando mayores niveles de agresividad y violencia machista desde que están en cuarentena, para ellas y sobre todo para ellos escribo este post.
Lo primero es saber que lo que a continuación les expongo no es una receta infalible, ni mucho menos un regaño o un juicio, para nada, por lo contrario, la idea es que juntos podamos comprender aquello por lo que estamos atravesando de manera que podamos sobre llevarlo con las mejores herramientas.
Para los hombres estar encerrados en casa rompe con el patrón que convencionalmente se le ha dado en la sociedad. En general es el hombre el que siempre debe estar en el espacio público, además de que socialmente se le exige ser productivo y proteger a su familia a toda costa.
Estos roles sociales hacen que los hombres siempre deban estar en posición de defensa, competitividad y movimiento. Ahora socialmente se les pide a los hombres todo lo contrario, por primera vez el llamado es a quedarse quieto, tranquilo, encerrado, sin tener el tiempo de procesarlo de repente su vida da un vuelco.
Eso genera un impacto profundo en los hombres, también en las mujeres, pero muchas veces ellas tienen mayor capacidad de adaptación ya que están acostumbradas a vivir cambios extremos como el parto o la menstruación.
Ahora bien, en medio de este impacto repentino, muchos hombres se sienten preocupados por las limitaciones que se presentan para ejercer el rol de protector de la familia frente a un panorama incierto como el que vivimos hoy, lo que les puede hace sentir inseguros o inestables.
A todo lo anterior se suma que la mayoría de los hombres reprimen sus emociones por un tabú social, desde muy pequeño se les enseña a no llorar y nunca decir lo que sienten. Sin las herramientas adecuadas para canalizar sus emociones la explosión violenta muchas veces es la válvula de escape, pero tiene graves consecuencias para él pero sobre todo para quienes le rodean.
Es muy importante que la masculinidad logre asumir nuevos roles, ya no en el espacio público, ahora ha llegado el momento de participar activamente en casa, en la crianza, en lo doméstico, de esa manera recobra la sensación de ser un ser que aporta a su familia y evita la frustración de sentir que no es productivo, el trabajo del hogar es tan importante como cualquier otro, incluso mucho más, porque allí se sostienen el resto de las actividades humanas.
Por otro lado, es prioritario que sepan ser compañeros que sentir temor y fragilidad es normal, que llorar o pedir ayuda no les hace menos fuertes, todo lo contrario, les hace humanos.
En cuanto a las compañeras es necesario que permitan a sus esposos tener tiempo para ellos, dar espacio para que puedan fluir sus emociones, presionar, juzgar o exigir, puede generar un efecto contrario al esperado. La paciencia es la madre de la empatía.
Si las cosas llegan a perder el control puede que sea producto que algo que ya estaba allí y no había salido a flote antes. Ninguna mujer debe tolerar la violencia o conciliar poniendo su estabilidad física o emocional en riesgo, existen medios para legales para actuar de ser así.
Y sobre todo compañeros varones, debemos saber que nada justifica la violencia, ninguna situación, hecho o acontecimiento justifica que se maltrate o haga daño a quien está con nosotros, la agresión sólo hará que todo empeore y eso a nadie le conviene.
Si eres mujer y te encuentras en medio de una situación similar o eres hombre y quieres trabajar tus emociones, puedes escribirnos o contactarnos y con gusto te brindaremos la asesoría adecuada según tu caso.
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