¿Te sientes profundamente sensible y pierdes el control con facilidad?
tranquilo(a), esto no sólo te pasa a ti, la mayoría de las persona pasamos por esta misma situación,
¿pero por qué nos cuesta tanto manejar nuestras emociones?
Podemos ser incluso personas de éxito, con capacidades intelectuales consagradas, solventes en lo económico, buenos administradores,
¿de qué vale si te vuelves un ocho cuando de tus propias emociones se trata?
Para manejar nuestras emociones debemos aprender a reconocerlas, a conocerlas y a conducirlas. Ese proceso de educación emocional es el que debemos emprender si realmente deseamos ser libres.
Hay varias cosas que debemos tener en cuenta, cada emoción cumple una función en nuestra vida, existen porque son necesarias, el miedo es un conductor y a la vez un protector. Cuando sentimos miedo nos hacemos más prevenidos, más cautelosos, eso nos hace actuar con precaución ante una posible situación de riesgo.
¿Pero qué pasa si nos quedamos pegados en una emoción?
las emociones no son estáticas, nuestro propio cuerpo está diseñado bioquímicamente para sacarnos de los estados emocionales con rapidez, si una persona se queda anclada en una emoción es porque esa persona de alguna manera está sacando ganancia de ella.
Por ejemplo, una persona que constantemente está en la tristeza y no sale de ese estado emocional puede que esté recibiendo el afecto y la atención que por otros medios no recibe, acude a la tristeza crónica como un salvavidas, como una señal de alarma lanzada al exterior que terminará por secuestrarle por completo, lastimando a los demás.
Sin embrago, estos son algunos casos, por lo general nuestras emociones van y vienen como las olas del mar, podemos vivir durante el día diferentes estados emocionales sin quedarnos aferrados a ellos.
Precisamente manejar nuestras emociones es el ingrediente que permite la transición de estados interiores. Lo primero es saber que somo seres emocionales antes que seres racionales, no trates de meter sentido lógico a todo, hay cosas que no se pueden ver con la cabeza y que se deben sentir con el corazón.
En segundo lugar, no esquives lo que sientes, al contrario, vive cada emoción, siéntela y date la oportunidad de recibir lo que esa emoción ha venido a entregarte, por más malo que sea el momento, por más duro que sea, sin duda ha venido para transformarte, permite que eso pase. Si no lo haces esa emoción no concluye, por algún lugar terminará saliendo o regresa mucho más fuerte.
Intenta buscar la luz en las calamidades, busca en tus éxitos más que en tus fracasos, reafirme en tener conocimiento de las causas de lo que está pasando, actúa en prevenir y no en las consecuencias.
Encuentra el motivo de tus emociones, identifícalas, ponle nombre, significado, raíz, buscar el origen, allí encontrarás aquello que hay que mover, sacudir para sanar. No huyas de ellas, es la peor opción, tarde o temprano te encontrarán, mas débil y menos preparado.
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