Cuanto daño puede hacerse a sí mismo quien se empeña en aferrarse a alguien que sencillamente no desea estar junto a nosotros. He conocido tantas historias desafortunadas que terminan en una catástrofe por el simple hecho de no querer entender que las personas no son pertenencias, ni se canjean o se compran.
Una relación amorosa para tener base y sustento duradero deber estar sostenida por la decisión y el compromiso de querer estar en esa relación. Esos dos puntos deben ser compartidos por las personas que se unen, si una de ellas no toma la decisión real de compartir su vida con la otra, la balanza se tuerce y todo se desploma.
Cuando dos personas se unen establecen más que un vínculo, un acuerdo, para que esto exista debe ser consensuado entre ambas partes, de nada vale el chantaje, la manipulación o la coacción, si una de las dos personas no se compromete con el acuerdo de estar juntos, pronto todo se acabará hagamos lo que hagamos.
Ni los hijos, ni las cosas materiales, nada puede amarrar a una persona, podría a lo mejor estar allí, tal vez, pero su mente, su ser estar completamente ausente y eso a la larga termina por ser realmente tóxico, totalmente dañino y nos lleva a la absoluta infelicidad.
Aferrarse a una persona aún y cuando somos conscientes de que no desea estar con nosotros lo que indica es que tenemos un profundo vacío interior, que nuestra autoestima está muy baja y sobre eso debemos trabajar antes de querer establecer una relación con alguien.
Nadie que no se quiera a sí mismo puede querer y respetar al otro o a la otra. Empeñarse en sostener una relación que sabes muy bien no funciona es un capricho doloroso, que se paga caro.
Recuerda que el primer acuerdo que debes honrar es el acuerdo que tienes contigo,
con tu bienestar,
con tu armonía interior,
suelta, perdona y sana.
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