¿Cuántas personas conoces que en la primera de cambio son poseídas por sus emociones y pierden el control de manera irremediable?
De seguro te faltarían dedos de las manos para contarlas.
Es que nadie nos enseña a manejar nuestras emociones, nuestras escuelas aún no han incorporado la educación emocional como una herramienta necesaria para que las personas puedan afrontar sus experiencias interiores sin afectar su desarrollo exterior.
Cuánto sufrimiento podemos ahorrarnos con tan sólo aprender a observar, nombrar y jerarquizar nuestras emociones para vivirlas sin que ellas se apoderen de nosotros.
Nuestras emociones están allí por algo, no se trata de eliminarlas o hacer como si no existen, eso es un grave error que cometen muchos, desestiman la importancia que tienen nuestras experiencias psicofisiológicas, prefiriendo tratar se preocupan sólo de recetar largas listas de pastillas que terminan convirtiéndose en otra atadura para la persona.
Del estudio de las funciones emocionales, de la reflexión sobre aquello que nos pasa y cómo eso nos afecta, depende la sanación de muchas de las enfermedades más comunes como el estrés o la depresión.
Muchas veces cuando nos quedamos anclados en un estado emocional es porque sin darnos cuenta estamos recibiendo algo de estar así.
Puede que nos parezca contradictorio, pero en gran parte de los casos cuando una persona se deja llevar por la ira y pierde el control es porque de esa manera recibe atención imponiéndose ante los demás.
La ira muchas veces es un arrebato del ego colerizado, una manifestación egoísta de capricho por dominar, lo que evidencia autoestima baja.
Manejar las emociones requiere de un entrenamiento diario, es un proceso que pasa por fases paulatinas en las que la reflexión interior y el estudio de teorías brindan las herramientas que son afianzadas con los ejercicios prácticos de autocuidado y motivación.
Aprende a no dejarte llevar por tus emociones.
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