Levantarse en las mañanas, cepillarse los dientes, preparar el desayuno, vestirse, atar las trenzas de nuestros zapatos, son cosas que aprendemos desde la infancia, nos las enseñan en el hogar, otras las adquirimos de la escuela y gracias a ellas podemos consolidar hábitos saludables en nuestra adultez que permiten el equilibrio físico y profesional, pero,
¿Quién nos enseña a gestionar nuestras emociones?
Pocas veces al día le dedicamos atención a descifrar lo que nos ocurre en el interior, siempre tan preocupados por lo exterior nos queda muy poco espacio para sentarnos a pensar
¿Por qué siento lo que siento?
Estar saludables significa estar en equilibrio, tanto interior como exterior, un cuerpo ejercitado, la comida natural y el desarrollo profesional se queda corto sin un ingrediente fundamental, control emocional.
El control emocional como las demás aptitudes de la personalidad, marca nuestra relación con el entorno, cuando no poseemos la capacidad de gestionar aquellas sensaciones que se producen en nuestro interior, solemos actuar de manera accidentada, desde la poca empatía y la inmadurez emocional.
Así como cultivamos el aspecto físico y profesional en nuestras vidas debemos dedicar igual nivel de importancia a nuestras emociones, de eso se trata la inteligencia emocional, son esas pequeñas acciones que a largo plazo nos ayudan a saber decidir entre lo realmente importante o lo efímero.
La inteligencia emocional es darle a cada emoción su justo lugar, a desarrollar habilidades para priorizar entre una y otra.
Para lograrlo tal como pasa con el cuerpo se requiere un entrenamiento diario de nuestra mente, hasta alcanzar el nivel de gestión y control de las emociones que permita el fluir de nuestros sentimientos a nuestro favor y no en nuestra contra.
Si eres de quienes tienen dificultad para comprender a los demás, pierdes rápidamente el control ante cualquier problema o situación de tensión, te cuesta relacionarte con tu entorno y mantener la asertividad, pues usted es analfabeta emocional.
Pero no se preocupe, no es el único, la mayoría de las personas suelen serlo, lo importante es que el analfabetismo emocional se puede superar, en el momento en el que se tome la decisión de hacerlo, el primer paso es reconocer que se es analfabeta emocional, sólo así podremos comenzar el ejercicio hacia la superación de ese estado que nos limita.
Examina tus reacciones ante circunstancias distintas, cómo actúas ante un mal día o ante una pérdida, un obstáculo.
Cambia tus rutinas emocionales, toma decisiones, establece estrategias diferentes para cada circunstancia, evita juzgar a los demás, invierta la mayor parte de tu energía en aquellas cosas que perdurarán en el tiempo, si algo es pasajero, no te enfrasques, déjalo pasar.
Establece una rutina diaria de relajación y entrenamiento emocional.
Inicia ahora el movimiento que revolucionará tu vida.
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