“El problema no es el fracaso, es cómo se enfrenta y se sigue adelante,
entendiéndolo como una gran oportunidad de aprender”
Paloma Bahamón Serrano

Los fracasos suelen impactarnos y desestabilizarnos, nos sacan efectivamente de nuestra zona de confort. Nos muestran nuestras debilidades y limitaciones. En un mundo altamente competitivo, con una demanda de productividad constante, es fácil obsesionarse con hacer siempre todo bien y perfecto, con alcanzar el ideal esperado por todos.
Ese afán de ser siempre primer lugar, de ganar, de vencer es inculcado por la sociedad, desde esa visión observamos el fracaso como una desgracia, que lo hace motivo de vergüenza, de incapacidad y de ineficiencia.

El fracaso si se pone en práctica la agilidad emocional se convierte en un trampolín hacia el éxito, una vez cometido el error, reflexionamos acerca de aquello que haya salido mal, tomamos nota de ello y emprendemos de nuevo.
Ante el fracaso no debemos ser despiadados con nosotros mismos, debemos tener la entereza de reconocer que son parte de la vida como lo es el éxito. En la vida cada quien lleva su propio ritmo, la competencia no es con el exterior es con nosotros mismos

Inténtalo una, otra y otra vez, tantas como sea necesario, verás que a cada intento el conocimiento se incrementa y el resultado mejora. Hazte dueño de tus emociones y convierte la impotencia en motivación para encontrar nuevas alternativas. Lo más importante siempre es continuar, seguir avanzando.
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