“El problema no es el fracaso, es cómo se enfrenta y se sigue adelante,
entendiéndolo como una gran oportunidad de aprender”
Paloma Bahamón Serrano
Cuando tenemos un desacierto que nos lleva a un estrepitoso aterrizaje de emergencia del vuelo de nuestros sueños, ese momento en el que no estuvimos a la altura de las circunstancias o en el que simplemente cometimos un error que trajo como siempre consecuencias, a esos momentos los llamamos fracasos.
Los fracasos suelen impactarnos y desestabilizarnos, nos sacan efectivamente de nuestra zona de confort. Nos muestran nuestras debilidades y limitaciones. En un mundo altamente competitivo, con una demanda de productividad constante, es fácil obsesionarse con hacer siempre todo bien y perfecto, con alcanzar el ideal esperado por todos.
Ese afán de ser siempre primer lugar, de ganar, de vencer es inculcado por la sociedad, desde esa visión observamos el fracaso como una desgracia, que lo hace motivo de vergüenza, de incapacidad y de ineficiencia.
¿Si te dijera que el fracaso nos es tan malo como pensamos me creerías? Pues fíjate que los mejores aprendizajes provienen del fracaso. Sólo quien comete un error aprende. Cuando fracasamos en un proyecto o en la obtención de un objetivo, si invertimos la negatividad y observamos más allá de lo aparente, veremos que el fracaso nos brinda la oportunidad de ser mejores, de rectificar, reordenar y reimpulsar.
El fracaso si se pone en práctica la agilidad emocional se convierte en un trampolín hacia el éxito, una vez cometido el error, reflexionamos acerca de aquello que haya salido mal, tomamos nota de ello y emprendemos de nuevo.
Ante el fracaso no debemos ser despiadados con nosotros mismos, debemos tener la entereza de reconocer que son parte de la vida como lo es el éxito. En la vida cada quien lleva su propio ritmo, la competencia no es con el exterior es con nosotros mismos
Cuando sientas que has fracasado piensa en todo lo que transitaste para llegar hasta dónde estás, seguro encontrarás que muchas cosas de ti han cambiado desde el inicio, cada detalle, cada parte del proceso vivido es más importante que la misma meta, es lo que te hará fuerte y te dará la seguridad de cometer el mismo error dos veces.
Inténtalo una, otra y otra vez, tantas como sea necesario, verás que a cada intento el conocimiento se incrementa y el resultado mejora. Hazte dueño de tus emociones y convierte la impotencia en motivación para encontrar nuevas alternativas. Lo más importante siempre es continuar, seguir avanzando.
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