Cada quien es del tamaño del reto que se le presente, quien no arriesga nada gana.
Cuando se tiene claro el objetivo de aquello que se quiere alcanzar cada riesgo aporta valor a la conquista y este o estos no serán nunca mayores a la recompensa.
En algún lugar del mundo un hombre que tenía mucho miedo a perder lo poco tenía, vivía en una pequeña casa de paja alejada de la ciudad. Aquel hombre dormía en un catre viejo y nunca compró nada más que un espejo y un sillón por miedo a que lo fuesen a robar. Jamás viajó en tren o en barco y mucho menos en avión por temor a un accidente y nunca pretendió una chica para evitar un posible rechazo. Pasó su vida en aquella casita vieja y su mayor hazaña fue cruzar la avenida para comprar cigarros.

Si deseas castillos debes soñar con alcanzar las nubes y construir tus propias escaleras camino al cielo. Trázate metas altas, aumenta el nivel del riesgo y verás grandes resultados.
Aleja a la inseguridad de tu camino, cuando aspiramos metas sin tener la suficiente determinación, permitimos que el desánimo se nos acerque. Si no se está seguro de lo que se desea y el por qué se desea, cualquier obstáculo, desafío, resistencia o condiciones poco óptimas podrían hacerte desistir del camino propuesto.

Independientemente del tamaño de la meta, está requerirá trabajo, ¿para qué escatimar esfuerzos y reducir la conquista a lo convencional?, esfuérzate por lo sensacional, lo único y maravilloso, siéntate y comienza a escribir el mapa del tesoro de tus sueños.
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