Somos interdependientes, eso no los ha dejado bastante claro esta nueva situación, nadie puede salvarse solo, la solidaridad y el cuidado mutuo es necesario para preservar la vida.
En el universo cada grano de polvo cósmico gravita en íntima relación con las mayores constelaciones que le circundan, desde ese equilibrio parte la existencia.
La cultura de la competitividad nos impulsa de manera frenética a rivalizar con nuestro entorno y establecer relaciones de poder a través de la exaltación del ego. Bajo la ética del consumo forjamos apegos superficiales y nos desconectamos de la naturaleza.
Has escuchado eso de: “Quien ama más pierde más”, seguro hasta el cansancio, una frase trillada con la que nos han sembrado el miedo al amor honesto como quien siembra una mala hiedra.
Si una sola persona esta mal nada puede estar bien, nos necesitamos y nos necesitamos en el vivir bien. Mucho más ahora que debemos estar separados en lo corporal debemos fortalecer nuestros lazos en lo emocional.
La transformación es de adentro hacia afuera y viceversa, nadie puede ofrecer lo que no ha cultivado en su interior. Para conectarnos con esa vibración de amor colectiva hay que primero limpiar el terreno de nuestras propias emociones, siendo muy sinceros y honestos con lo que sentimos.
La reflexión de estos días es importante para marcar una diferencia en los tiempos por venir, desde lo individual hacia lo colectivo debe venir la respuesta. Pensarnos en comunión sin duda representa una oportunidad para superarlo de la mejor manera.
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